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martes, 1 de julio de 2025

Actividades extraescolares: ¿son beneficiosas o sobrecargan a los niños?

Aunque mejoran el rendimiento escolar, los expertos recomiendan mantener espacios de juego libre.
Rosario Gabino1 julio, 2025
Música, robótica, danza, chino, inglés… La lista de actividades extraescolares es infinita. Estas propuestas buscan complementar la educación formal, potenciar habilidades y ofrecer espacios de desarrollo personal. Sin embargo, hay voces que alertan sobre el riesgo de sobrecargar a los niños y limitar el tiempo de juego libre, esencial para su crecimiento emocional y cognitivo.

Rebeca, madre de dos niños, comparte su rutina: “La niña hace natación lunes y miércoles, porque vivimos frente a la playa. Los jueves va a inglés y los viernes a danza, porque le encanta. El niño va a fútbol, inglés y robótica. Yo me siento una taxista. Es agotador, pero también quiero darles las oportunidades que yo no tuve”. Este testimonio refleja una realidad común: padres que hacen un gran esfuerzo logístico y económico para enriquecer la vida de sus hijos con actividades. Pero ¿dónde está el límite?

Los beneficios de las actividades extraescolares están ampliamente documentados. Los niños que participan en ellas pueden mejorar su empatía, su capacidad para resolver conflictos y aprender a trabajar en equipo. Sonia Martínez, psicóloga y directora de los Centros Crece Bien, señala a Psicología y Mente que “bien elegidas y adaptadas a la edad, las actividades extraescolares no solo complementan el aprendizaje académico, sino que potencian habilidades personales y sociales”.

Desde su experiencia, destaca tres beneficios principales: primero, emocionales, ya que favorecen la autoestima, la tolerancia a la frustración y la gestión emocional. Segundo, sociales, al permitir la interacción con otros niños con intereses comunes. Y tercero, ofrecen un aprendizaje significativo mediante el juego, el movimiento y la creatividad.

Las disciplinas artísticas, como la música o el arte, también tienen un impacto positivo en el desarrollo cognitivo. Diversos estudios muestran que la participación en música mejora la memoria, la atención y la concentración, lo que puede tener un efecto directo sobre el rendimiento escolar. En este mismo sentido, las investigadoras Amy Feldman y Jennifer Matjasko (2005) concluyen que los niños que participan regularmente en actividades extraescolares desarrollan mejores hábitos de estudio y muestran mayor motivación escolar.

No obstante, los expertos también coinciden: más no siempre es mejor. “Calidad antes que cantidad”, recomienda Martínez. Una o dos actividades por semana pueden ser suficientes para ofrecer beneficios sin agotar al niño. Lo fundamental es que no sean impuestas, sino elegidas de forma consensuada, según el interés, la personalidad y las necesidades de cada niño.
¿Niños sobrecargados?

Una de las principales preocupaciones actuales es la sobrecarga de actividades. Muchos niños tienen agendas tan estructuradas como las de un adulto, con apenas tiempo para el descanso o el juego libre. Sonia Martínez advierte que esta tendencia, aunque bien intencionada, puede llegar a ser contraproducente. “Tres, cuatro o cinco actividades por semana pueden generar fatiga, ansiedad y pérdida de motivación”, apunta la experta.

Otro aspecto relevante es el impacto en la vida familiar. Una agenda cargada de actividades puede reducir el tiempo compartido entre padres e hijos, restando oportunidades para fortalecer vínculos afectivos y construir rutinas familiares saludables.

El juego libre y hasta el “aburrimiento” son fundamentales y deben estar presentes en la vida de un niño. A veces necesitan espacios de no hacer nada estructurado, porque es ahí donde surge la creatividad, el pensamiento propio, el descanso mental y el verdadero juego simbólico, señala Martínez. En su libro Free to Learn (2011), el investigador del Boston College Peter Gray argumenta que las actividades dirigidas por adultos, aunque beneficiosas, no sustituyen el valor del tiempo libre no planificado, donde los niños desarrollan habilidades sociales, imaginación y capacidad para resolver problemas.

Los expertos en motivación humana Edward Deci y Richard Ryan, en su artículo The "What" and "Why" of Goal Pursuits, destacan desde su teoría de la autodeterminación que no solo importa qué actividad hace el niño, sino por qué la hace. Si participa motivado por intereses propios, hay beneficios psicológicos. Pero si lo hace por presión externa o para complacer a los padres, los efectos pueden ser nulos o negativos.

En este sentido, María Ruiz, psicóloga del centro Educ-at, apunta que muchos padres inscriben a sus hijos en actividades extraescolares “con la intención —consciente o no— de reducir el tiempo de exposición a las pantallas y prevenir un uso excesivo o incluso problemático de las tecnologías”. Y aunque mantener al niño ocupado puede servir para reducir su exposición a pantallas, Ruiz recalca que “este recurso no debería ser la única respuesta ni la solución principal para el manejo del uso de tecnologías en la infancia. Las actividades extraescolares son valiosas en sí mismas cuando responden a los intereses y necesidades reales del niño, no cuando se convierten en un mecanismo exclusivo de control o de ‘relleno’ de tiempo para evitar el contacto con la tecnología”.

El psiquiatra Alvin Rosenfeld, en su libro The Over-Scheduled Child, también critica el exceso de actividades en la infancia y la tendencia de algunos padres a caer en la “hipercrianza”, donde se sobreestimula al niño para maximizar su “éxito”. Como los anteriores, este experto sugiere un enfoque más relajado y equilibrado, que valore el tiempo libre, la conexión emocional y la calidad de las experiencias, más que la cantidad.
En el contexto internacional

El panorama internacional muestra enfoques diversos. En Japón, por ejemplo, la sobrecarga de actividades académicas y extracurriculares es un problema conocido. Muchos niños asisten a clases adicionales por la tarde, lo que les genera altos niveles de estrés y agotamiento. Aunque estas actividades pueden mejorar el rendimiento académico, se han cuestionado por su efecto negativo sobre el bienestar emocional.

En cambio, Finlandia apuesta por un enfoque más equilibrado. La educación finlandesa valora el juego, el tiempo libre y el bienestar emocional del niño. Las actividades extraescolares existen, pero no son obligatorias ni excesivas. Se promueve un entorno donde los niños puedan explorar sus intereses sin presión.

En España, según el informe Education at a Glance de la OCDE (2020), la participación en actividades extraescolares se sitúa en la media europea, aunque es mayor en centros privados y concertados (55 %) que en públicos (40 %). Un informe del Ministerio de Educación confirma que la oferta ha crecido, especialmente en zonas urbanas, aunque aún existen desigualdades en el acceso. En América Latina, la participación es desigual y depende de factores socioeconómicos, políticas públicas y acceso a infraestructuras. El informe de la Organización de Estados Iberoamericanos (2020) reconoce un aumento en la oferta de actividades, aunque con grandes diferencias entre regiones.

Rosario Gabino. (2025, julio 1). Actividades extraescolares: ¿son beneficiosas o sobrecargan a los niños?. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/desarrollo/actividades-extraescolares-son-beneficiosas-o-sobrecargan-a-ninos

https://psicologiaymente.com/desarrollo/actividades-extraescolares-son-beneficiosas-o-sobrecargan-a-ninos

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