Abelardo Carro Nava/Dic 1, 2024
¿En qué momento la profesión docente se convirtió en una profesión de alto riesgo?
En los últimos años y meses, hemos sido testigos de un fenómeno que ha ido creciendo, prácticamente en todos los estados de la República Mexicana, me refiero a una serie de hechos relacionados con algún aspecto de la violencia que se vive a nivel nacional.
Como parece obvio, los medios de comunicación dan rienda suelta a las notas que invitan a la polémica o amarillismo desmedido, situación que se entiende porque, indudablemente, ese es su negocio. No obstante, tendríamos que detenernos un momento a reflexionar y preguntarnos: ¿qué está pasando en las escuelas y en los hogares o contextos cercanos a las y los estudiantes inscritos en alguno de los distintos niveles educativos?, ¿cuál es el papel de las y los maestros y padres de familia en el proceso formativo de las y los educandos y cuál es la responsabilidad de estos mentores para con sus hijos?, ¿cuál es la propuesta (si es que existe) de las autoridades educativas para propiciar el respeto a las normas legalmente constituidas, o bien, para propiciar el fomento a los valores universales y/o buenas costumbres?, ¿qué podría hacerse para evitar hechos más graves o más violentos que no lleven a lamentar una desgracia como la pérdida de una vida humana?
Preguntas que estoy seguro detonan una serie de respuestas, sobre todo si las relacionamos con el tema con el que inicié esta serie de ideas: el de la violencia.
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sábado, 28 de junio de 2025
Justicia para el profesor Esteban…
Abelardo Carro Nava/Jun 28, 2025
El caso del profesor Esteban Canchola de Baja California es uno más de los tantos que existen a lo largo y ancho de la República Mexicana...
Entiendo que la docencia en las últimas décadas se ha convertido en una profesión donde las exigencias son mayúsculas. Entiendo perfectamente que esas exigencias son multifactoriales, es decir, que diversas circunstancias son las que originan que, a cualquier maestra o el maestro, de cualquier nivel educativo, se le demande en demasía.
Por un lado, esas demandas provienen del mismo gobierno, de la Secretaría de Educación Pública (SEP), de organizaciones no gubernamentales, del empresariado, del clero u otros grupos conservadores, en fin, de diversos sectores públicos y privados; no obstante, lo anterior, pienso que la principal demanda, muchas veces infundada, proviene de los padres de familia y/o de la sociedad en su conjunto. Esa idea de que las escuelas se han visto en los últimos años como las guarderías de los padres es cierta; de unos años para acá, ¿acaso no se le ha delegado una responsabilidad a la escuela y al docente que no necesariamente le corresponde? Por ejemplo, además de ser maestra o maestro, ¿no acaso se le exige ser niñero, enfermero, médico, psicólogo o trabajador social? Esto sin olvidar que dichos profesores deban ser intendentes, secretarias, gestores, subdirectores y hasta directores de las instituciones educativas en las cuales se encuentran prestando un servicio educativo.
Sí, se leyó bien, un servicio educativo que, desde luego, no incluye muchas de las labores que otras tantas personas o profesionales tendrían que realizar. Es cierto, si hay un desperfecto que puede arreglarse en el aula lo atiende un docente; es cierto, si algún alumno no lleva dinero para una torta u otro alimento, también le tiende su mano y le apoya; es cierto, si algún estudiante tiene un problema en casa se hace un espacio en la jornada y se le escucha; sí, estas y otras tantas cosas más se realizan durante un día completo de escuela.
El caso del profesor Esteban Canchola de Baja California es uno más de los tantos que existen a lo largo y ancho de la República Mexicana...
Entiendo que la docencia en las últimas décadas se ha convertido en una profesión donde las exigencias son mayúsculas. Entiendo perfectamente que esas exigencias son multifactoriales, es decir, que diversas circunstancias son las que originan que, a cualquier maestra o el maestro, de cualquier nivel educativo, se le demande en demasía.
Por un lado, esas demandas provienen del mismo gobierno, de la Secretaría de Educación Pública (SEP), de organizaciones no gubernamentales, del empresariado, del clero u otros grupos conservadores, en fin, de diversos sectores públicos y privados; no obstante, lo anterior, pienso que la principal demanda, muchas veces infundada, proviene de los padres de familia y/o de la sociedad en su conjunto. Esa idea de que las escuelas se han visto en los últimos años como las guarderías de los padres es cierta; de unos años para acá, ¿acaso no se le ha delegado una responsabilidad a la escuela y al docente que no necesariamente le corresponde? Por ejemplo, además de ser maestra o maestro, ¿no acaso se le exige ser niñero, enfermero, médico, psicólogo o trabajador social? Esto sin olvidar que dichos profesores deban ser intendentes, secretarias, gestores, subdirectores y hasta directores de las instituciones educativas en las cuales se encuentran prestando un servicio educativo.
Sí, se leyó bien, un servicio educativo que, desde luego, no incluye muchas de las labores que otras tantas personas o profesionales tendrían que realizar. Es cierto, si hay un desperfecto que puede arreglarse en el aula lo atiende un docente; es cierto, si algún alumno no lleva dinero para una torta u otro alimento, también le tiende su mano y le apoya; es cierto, si algún estudiante tiene un problema en casa se hace un espacio en la jornada y se le escucha; sí, estas y otras tantas cosas más se realizan durante un día completo de escuela.
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